Un serio problema
Escasa documentación histórica
El problema se acentúa aún más si se piensa que las circunstancias en que aparece la Síndone como objeto histórico son harto sospechosas. Efectivamente, la Síndone comenzó a cobrar notoriedad en 1357, cuando comenzó a exhibirse en una iglesia de madera de la soñolienta villa francesa de Lirey, a unos 150 kilómetros al sureste de París. El propietario de la Síndone, Godofredo de Charny, había muerto el año anterior a manos de los ingleses en la batalla de Poitiers. Empobrecida a la muerte de su marido, su viuda Jeanne de Vergy esperaba atraer peregrinaciones y aportación monetaria exhibiendo en la iglesita lugareña el lienzo fúnebre de Jesús. Las peregrinaciones acudieron, en verdad, pero no por mucho tiempo. El obispo local, Henri de Poitiers, mandó tajantemente que se suspendiera la exhibición, dudando, por lo que se ve, que una familia francesa venida a menos, por noble que fuera su abolengo, y sin recursos visibles, hubiera podido llegar a poseer nada menos que la verdadera Síndone.
La historia del arte
podría aportar indicios
El rostro del hombre cuyo cuerpo fue envuelto en la Síndone, con barba, larga cabellera, facciones semíticas, se asemeja muy ceñidamente al modelo que tradicionalmente se ha venido ejecutando del rostro de Cristo y, de hecho, la gente inmediatamente suele reconocerlo como tal, precisamente porque esa imagen es ya un patrón modélico, norma o standard para toda ejecución del rostro de Cristo. Se diría que todo el mundo lo ha visto ya antes. El rostro sindónico, pues, una de dos: o refleja, o ha condicionado el modo como la mayor parte de los artistas durante largos siglos han venido retratando en sus lienzos el rostro de Cristo.
Los escépticos dirán que esa homogeneidad delata una falsificación; pero si la Síndone existía antes del siglo XIV, habría podido influenciar, o tal vez determinar, el patrón modélico del retrato de Cristo en el arte, una cuestión que veremos en el apartado de Historia del Arte.